¿Por qué las regulaciones actuales no son suficientes?

¿Estamos protegidos frente a las sustancias químicas por las regulaciones de OSHA y las recomendaciones de NIOSH?

No. Los límites de exposición permisibles (PEL, Permissible Exposure Limit) del Departamento de Seguridad y Salud Laboral (OSHA, Occupational Safety and Health Administration) y los límites de exposición recomendados (REL, Recommended Exposure Limit) del Instituto Nacional de Seguridad y Salud Laboral de EE UU (NIOSH, National Institute for Occupational Safety and Health) se basan en datos científicos de hace 40 años, que no están actualizados. Los movimientos sindical y medioambiental y sus aliados, han intentado convencer al Congreso y a los tribunales estadounidenses para que autoricen al OSHA, el NIOSH y la EPA para actualizar y reforzar los esfuerzos de sus departamentos para proteger la salud de los trabajadores, mediante el uso de los datos científicos más actuales. Pero, hasta ahora, el Congreso no ha tenido la voluntad de incorporar nuevas medidas para proteger la salud pública y de los trabajadores.

Los programas federales que supuestamente sirven para protegernos permanecen anclados en la década de 1970. Sin embargo, cada día se añaden nuevos datos científicos a la información que disponemos sobre los efectos perjudiciales de las sustancias químicas para la salud humana. Durante los últimos 25 años, los nuevos datos científicos han demostrado que la exposición a agentes químicos, a menudo a niveles considerados antes “seguros”, “pueden interferir con la capacidad de nuestro organismo para estar sanos”. La elevación de la tasa de asma, de dificultades del aprendizaje, cáncer infantil, cáncer de mama, cáncer de próstata, problemas de fertilidad y anomalías congénitas, se ha asociado a la exposición a sustancias químicas.

A pesar del aumento de la tasa de enfermedades, la Ley Estadounidense sobre el Control de Sustancias Tóxicas, (TSCA, Toxics Substances Control Act) no exige a las empresas que demuestren que sus agentes químicos son seguros, antes de su comercialización.

Este problema tiene su origen principalmente en el momento en que el Congreso aprobó la TSCA en 1976, la ley base para todas las sustancias químicas conocidas en esa fecha: 62 000. Se consideró que todas estas sustancias eran seguras, sin pruebas de ello. Desde la década de 1970, se han añadido más de 22 000 sustancias a la lista de la EPA de sustancias químicas industriales. La EPA anima a las empresas a informar sobre los estudios que tengan acerca de las sustancias químicas que quieran comenzar a fabricar. Pero, a diferencia de las normas de otros países, la TSCA no autoriza a la EPA a exigir que se realicen estos estudios. El resultado de una política sobre sustancias químicas tan laxa es que el 67% de las notificaciones previas a la fabricación (PMN, Pre-Manufacture Notice) no contienen datos de estudios científicos, y un 85% de las PMN carecen de datos sobre efectos para la salud.

En mayo de 2011 la BlueGreen Alliance publicó un nuevo estudio que demuestra que una reforma de la TSCA fomentaría la creación de trabajo en la industria química de EE UU, al tiempo que protegería la salud pública y el medio ambiente. El estudio, elaborado por el Instituto de Investigación sobre Política Económica, y encargado por la BlueGreen Alliance, demuestra que la innovación en química sostenible puede invertir la tendencia a la pérdida de puestos de trabajo en la industria, en un mercado que exige cada vez más una producción más limpia.

Este informe, titulado The Economic Benefits of a Green Chemical Industry in the United States: Renewing Manufacturing Jobs While Protecting Health and the Environment, demuestra que la industria química estadounidense ha perdido 300000 puestos de trabajo desde 1992, a pesar de que la producción anual ha aumentado un 4%. En este escenario, la industria puede perder otros 230000 puestos de trabajo en los próximos 20 años. Pero, al contrario de los argumentos que defienden que una reforma en la legislación sobre sustancias químicas causaría pérdida de puestos de trabajo e inhibición de la innovación, este informe demuestra que la innovación en química sostenible ofrece nuevas oportunidades para invertir la tendencia de la pérdida de puestos de trabajo. Por ejemplo, si el 20% de la producción actual de plásticos procedentes del petróleo se transformase en bioplásticos, se crearían 104000 puestos de trabajo adicionales en la economía de EEUU.